La “ansiedad” a lo largo de la historia ha sido definida de muchas maneras. Filósofos, poetas, escritores han intentado decir algo al respecto y, en un esfuerzo por hacer ciencia y tecnología con ella, también ha tenido muchas formas de ser llamada. Algunos le llaman angustia, otros le llaman miedo. Un nombre que suele dársele hoy día es Ansiedad. Hablar sobre “eso” sin usar términos que le encasillen en algo es difícil, y no pretendo dar la última respuesta al respecto, sin embargo, para dar cuenta de ello se usará ese nombre.
La ansiedad es parte de nuestro repertorio de herramientas, nacemos con ella. Pero entenderla solo como una reacción biológicamente programada es quedarse cortos. Esta forma de reaccionar interactúa con otras formas de reaccionar, como el lenguaje.
He visto como constantemente, para hablar de ansiedad, profesionales se refieren a ella desde un punto de vista patológico. Una concepción alejada de la comprensión de la ansiedad como enfermedad, es entenderla como una parte de un conjunto de respuestas que damos al contexto, por lo general, para escapar o evitar eventos que están siendo amenazantes para nosotros. Parte de que sea “para nosotros” es que, si bien puede que la amenaza no sea hacia nosotros, sí puede que sea hacia algo que tiene valor (ej. un ser querido).
Como esta forma de comportamiento interactúa con otros comportamientos, puede hacerlo con el lenguaje humano, que nos permite experimentar sucesos amenazantes sin que la amenaza esté presente. Así como cosas que, si bien en apariencia no son elementos ansiógenos, en realidad pueden representar una amenaza para nosotros, llegando al punto de, por ejemplo, experimentar ansiedad por anticipar que estaremos ansiosos. En ese sentido, cada “experiencia de ansiedad” es vivida de forma particular por cada ser humano.
A pesar del carácter interactivo que tiene, no hay que dejar de lado que es parte de las herramientas con las que contamos los seres humanos para sobrevivir. Si bien en ocasiones el actuar para sobrevivir puede tener costos importantes para lo que experimentamos, es nuestra relación con esta parte de nosotros la que puede amplificar el costo que trae o que la convierte en una aliada para nuestra propia vida.
(Nota: Entrada resubida y publicada por primera vez en la cuenta de Instagram el 17 de junio del 2020).

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